¿Alguna vez has sentido admiración por alguien? ¿Y por algo? La admiración es una emoción que nos provoca una atracción sana hacia esa persona o entidad. El famoso pintor Aurelio Arteta definía la admiración como “el sentimiento de alegría que brota a la vista de alguna excelencia moral ajena, […] que provoca el deseo de imitarlo”. Por ejemplo, podemos sentir admiración hacia el autor o autora de nuestro libro favorito, hacia un familiar, amigo, pareja o paisaje. Y , sin duda, también podemos sentirla hacia una empresa o negocio.

Según la definición de la R.A.E, admirar significa: contemplar con deleite algo o a alguien y tener en singular estimación a alguien o algo, juzgándolos sobresalientes y extraordinarios.

Sentimos admiración por quienes son consecuentes con sus propósitos y los logran, por aquellos con quienes compartimos valores y que son capaces de ponerlos en práctica. 

En el mundo empresarial ocurre lo mismo. El sentimiento de admiración es crucial a la hora de perpetuar tu negocio y hacerlo conocido. Para que esto ocurra primero es necesario que la empresa tenga un propósito y a continuación, una estrategia real para alcanzarlo. 

Por norma general, todas las empresas tienen un propósito de fundación pero este propósito, en la mayoría de los casos, tiende a difuminarse hasta casi perderse y dar protagonismo únicamente a las ventas y los ingresos. 

Sin embargo, desde hace años el marketing empresarial incluye estrategias que buscan provocar la admiración de los clientes hacia un negocio. Este método se aplica a cualquier empresa, independientemente del tamaño que tenga. Hablamos de la estrategia con propósito, cuyo principal objetivo es llamar la atención del cliente por medio del propósito que la marca promueve, para provocar así un acercamiento. Una admiración.

Desde hace algunos años la palabra propósito se encuentra en casi cualquier artículo de marketing, aunque es a partir de la pandemia cuando parece haberse interiorizado realmente. Con respecto a las empresas, la crisis generada por el coronavirus no sólo ha acelerado la transformación, sino que también ha potenciado que cada una de ellas desarrolle y focalice su propósito. Propósitos que se han visto relacionados con el ámbito social por la fuerza del contexto internacional y, sobre todo, porque los consumidores exigen a las empresas responsabilidad social. El resultado es que este año 2021 se ha posicionado como el año del propósito corporativo, siendo millones de empresas las que se han sumado a la creación de campañas con propósitos responsables y sociales. De hecho, la empresa Global Business Compass de Kantar mostraba en un estudio reciente, cómo la pandemia había repercutido en la responsabilidad corporativa de las empresas señalando que un 34% de ellas ya habían incluido en sus planes aumentar sus impactos positivos en la sociedad.

No obstante, hay que tener en cuenta que la buena o la mala reputación corren por internet como liebres. Si la postura del cliente hacia tu marca es de incredulidad no sentirá admiración hacia tu empresa y no hablará bien de ella en redes sociales o a personas cercanas. En caso de sentirse engañado sus reacciones pueden variar desde el dejar de comprar hasta el de boicotearla. Por ese motivo es crucial no olvidarse de la relevancia de la transparencia, haciendo llegar al consumidor tu propósito y las estrategias que tienes para consolidarlo.

Para facilitar esta tarea a las organizaciones, el Foro Económico Mundial, junto con otras empresas, publicaron cuatro propósitos básicos acordes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y con sus métricas propias, con los que toda empresa debería contar. Estos son:

  • Objetivo social. El compromiso social a través del buen trato a los trabajadores, la inclusión y diversidad, la tolerancia, la seguridad laboral, un salario digno.
  • Objetivo ambiental. El respeto al medioambiente disminuyendo los residuos, reciclando, reduciendo el consumo del agua, la luz y productos contaminantes, la protección de la biodiversidad y el respeto al trato animal.
  • Objetivo de prosperidad. A través de la creación de empleo, riqueza o invirtiendo en desarrollo e investigación.
  • Objetivo de gobernanza. El comportamiento ético de las empresas, la responsabilidad y el riesgo con el que actúa. 

En general, son unos principios básicos que toda empresa debería incorporar a sus políticas internas y aplicar para garantizarse el respeto y admiración de su comunidad. Las personas se sienten atraídas por empresas éticas, sostenibles y con un propósito comprometido con la sociedad. El marketing está ligado a las emociones y esta es la clave del éxito en cualquier campaña de cualquier negocio, empresa o marca que quiera lograr la admiración de sus clientes actuales y potenciales.