La historia está llena de líderes brillantes pero difíciles: visionarios que transformaron industrias enteras, pero que a menudo chocaron con las expectativas de la sociedad educada. Desde Thomas Edison hasta Steve Jobs y Elon Musk, estos innovadores compartían no solo un impulso implacable, sino también una ventaja social que a menudo los hacía difíciles para trabajar con ellos.

El genio de Edison ayudó a electrificar el mundo moderno, pero sus tácticas comerciales agresivas y el trato a colaboradores como Tesla revelaron un lado profundamente divisivo. Jobs revolucionó la tecnología de consumo, pero fue famoso por ser abrasivo, exigente y obsesivo con la perfección. La intensidad de Musk, su torpeza social y su estilo de comunicación controvertido han generado críticas generalizadas, pero su enfoque poco ortodoxo también ha redefinido los sectores automotriz, espacial y energético.

Estos líderes no solo construyeron empresas, sino que remodelaron sistemas. Y al hacerlo, mostraron rasgos cada vez más reconocidos como indicadores de neurodivergencia, como enfoque intenso, desapego emocional y no conformidad. En lugar de ver estos rasgos como déficits, surge una nueva comprensión: la diversidad cognitiva puede ser un motor oculto detrás de algunas de las innovaciones más transformadoras del mundo.

Aquí es donde entra el concepto de emprendimiento sistémico. A diferencia de los emprendedores tradicionales que se centran en soluciones locales o de nicho, los emprendedores sistémicos generan cambios a gran escala. Construyen nuevos sistemas de valor, no solo productos, a menudo alterando industrias enteras en el proceso.

Figuras como Coco Chanel, Henry Ford, Walt Disney, Estée Lauder y Jeff Bezos encajan en este perfil. ¿Qué los une? Una mentalidad visionaria, atención obsesiva al detalle y una negativa a comprometerse, incluso a costa de relaciones tensas o fricción en el lugar de trabajo. Ford, por ejemplo, no solo fue pionero en la producción en masa, sino que también impuso estrictos códigos morales a sus trabajadores. El estilo autoritario de Chanel causó fricciones, pero revolucionó la moda durante generaciones.

Pero hay un problema: lo que impulsa la innovación disruptiva puede no sostener el éxito a largo plazo. A medida que las organizaciones crecen, los mismos rasgos que impulsaron la transformación inicial (rigidez, desafío, perfeccionismo) pueden convertirse en pasivos. Por eso muchos líderes fundadores son finalmente reemplazados por aquellos mejor preparados para institucionalizar su visión. La evolución de Apple de Jobs a Tim Cook es un caso ilustrativo: la disrupción audaz dio paso a la excelencia operativa.

Si las empresas quieren beneficiarse realmente de los estilos de liderazgo neurodivergentes o no tradicionales, deben construir sistemas que apoyen, y no marginen, la diferencia cognitiva. Esto significa crear estructuras que permitan a los fundadores visionarios prosperar sin frenar el crecimiento y reconocer cuándo es necesario un cambio de estilo de liderazgo para la sostenibilidad a largo plazo.

En un mundo que se enfrenta a desafíos complejos y sistémicos, adoptar la diversidad en el liderazgo puede ser la clave para desbloquear nuestras próximas grandes transformaciones.

El líder visionario pero difícil

Thomas Edison: inventor incansable, competidor implacable

Thomas Edison es uno de los inventores más icónicos de la historia, responsable de desarrollar y comercializar innovaciones en iluminación eléctrica, grabación de sonido, cinematografía y telecomunicaciones. Sin embargo, aunque hoy Edison es venerado, en su tiempo era ampliamente conocido por sus tácticas comerciales despiadadas y su trato duro hacia los empleados. Sus enfrentamientos con Nikola Tesla y George Westinghouse en la batalla entre la corriente alterna y la corriente continua no solo destacaron su arrogancia, sino también el nivel de agresividad que utilizaba para dominar los mercados. Edison también se atribuía todo el crédito por muchas innovaciones de su equipo, lo que desmotivaba a los empleados y generaba un ambiente de desconfianza.

Los comportamientos de Edison, como dormir muy poco, proteger obsesivamente sus patentes y exigir un compromiso extremo de su equipo, se alinean con rasgos a veces asociados a la neurodivergencia, como la mentalidad rígida, el pensamiento inflexible y la empatía limitada. Sin embargo, fueron estos mismos rasgos los que le permitieron construir no solo productos, sino ecosistemas tecnológicos completos y paradigmas de investigación industrial.

Steve Jobs: genio creativo, visionario difícil

Steve Jobs encarna igualmente el arquetipo del emprendedor visionario pero abrasivo. Cofundador de Apple Inc., Jobs revolucionó la informática, la comunicación móvil, la música y el diseño. Era conocido por su perfeccionismo intenso, volatilidad emocional y estándares inquebrantables, a menudo humillando a los empleados y desestimando las opiniones disidentes. Sin embargo, muchos ex empleados señalaron que su visión y pasión también podían resultar profundamente motivadoras.

El comportamiento de Jobs ha sido vinculado en la prensa popular y académica a rasgos asociados al espectro autista y a tendencias obsesivo-compulsivas. Su enfoque en el detalle, la coherencia estética y la simplicidad funcional son legendarios. Aunque difícil de tratar, su insistencia en controlar cada aspecto del desarrollo de productos de Apple garantizó una producción consistente y visionaria que estableció nuevos puntos de referencia en la industria.

Elon Musk: genio errático y desafiante institucional

El estilo de liderazgo de Elon Musk refuerza este perfil. Como CEO de Tesla, SpaceX y otras empresas, Musk ha sido criticado por sus tuits erráticos, su trato duro hacia los empleados y sus expectativas laborales insostenibles. Sin embargo, estos mismos rasgos le han permitido desafiar la lógica convencional de la industria y acelerar la innovación en áreas previamente consideradas imposibles, como los cohetes reutilizables, los vuelos espaciales comerciales y la adopción generalizada de vehículos eléctricos.

En una aparición televisiva en 2021, Musk reconoció sus diferencias cognitivas y su comportamiento controvertido, diciendo:

«¿También pensaste que iba a ser un tipo tranquilo y normal?»

Su franqueza sobre estar dentro del espectro autista arroja luz sobre cómo los rasgos neurodivergentes, como el enfoque intenso, el pensamiento sistémico y la incomodidad con las normas sociales, pueden desafiar las culturas organizacionales tradicionales y, al mismo tiempo, impulsar innovaciones que cambian el mundo.

Henry Ford: el innovador autoritario

El desarrollo de la línea de montaje por parte de Ford revolucionó la fabricación, permitiendo la producción en masa de automóviles a un precio asequible. Sin embargo, su liderazgo se caracterizó por la rigidez, la intolerancia a la disidencia y el control sobre la vida personal de los empleados. A través de su Departamento Sociológico, Ford supervisaba el comportamiento en el hogar de los trabajadores para garantizar la alineación con las normas de la empresa. Aunque duplicó los salarios para reducir la rotación, sus estándares obsesivos crearon una cultura de vigilancia y descontento.

Coco Chanel: perfeccionismo a costa del diálogo

Las contribuciones de Chanel a la moda y las normas de género fueron radicales, pero fue intransigente, autoritaria y emocionalmente distante. Los empleados informaron que temían su ira si cuestionaban su visión, aunque admiraban su genio. Su perfeccionismo y altos estándares generaron tanto excelencia como conflictos internos. A pesar de esto, muchos permanecieron leales, atraídos por la energía creativa que generaba.

Anita Roddick: rebelde ética con bordes afilados

Fundadora de The Body Shop, Roddick fue pionera en prácticas empresariales éticas antes de que la sostenibilidad se convirtiera en la norma. Era conocida por su estilo confrontativo, su desprecio por las normas corporativas y su disposición a desafiar los sistemas regulatorios y las normas publicitarias. Aunque carismática, también fue descrita como difícil de tratar debido a su pasión inquebrantable y su negativa a comprometerse.

Más allá del individuo: entendiendo el emprendimiento sistémico

Para comprender cómo este tipo de emprendedores generan cambios tan amplios y duraderos, debemos recurrir al concepto de emprendimiento sistémico. Este término describe la actividad emprendedora que opera a nivel macro, influyendo no solo en empresas o productos, sino en industrias enteras, ecosistemas y sistemas sociales. A diferencia de los emprendedores convencionales, que generalmente abordan necesidades de mercado discretas, los emprendedores sistémicos remodelan cadenas de valor, relaciones con partes interesadas y prácticas institucionales.

Estos emprendedores no solo crearon productos. Construyeron sistemas completos, incluyendo cadenas de suministro, narrativas culturales y plataformas tecnológicas, que influyeron en cómo las personas viven, trabajan e interactúan.

De la disrupción a la sostenibilidad: la transición del liderazgo

Aunque sus logros fueron excepcionales, muchas de estas figuras se enfrentaron a fricciones en entornos organizacionales debido a sus estilos de liderazgo. Algunos ejemplos ilustrativos incluyen:

Estos casos ilustran la paradoja del emprendimiento sistémico. Aunque estas personas catalizan el progreso, su intensidad a menudo choca con las necesidades sociales, emocionales y procedimentales de las organizaciones que crean.

A medida que las organizaciones maduran, las habilidades que inicialmente impulsaron la innovación suelen desalinearse con las demandas de estabilidad, escala y colaboración. Las investigaciones en estudios de liderazgo destacan un patrón típico: el fundador emprendedor cede, voluntariamente o no, el paso a un gerente profesional que puede institucionalizar la visión y mantener el crecimiento.

Ejemplos de esto incluyen:

En General Electric, Thomas Edison fue sucedido por Charles Steinmetz, quien aportó un estilo de gestión colaborativo y estructurado necesario para la viabilidad a largo plazo.

En Apple, Jobs fue destituido en favor de John Sculley, un ejecutivo más convencional. Más tarde, Jobs regresó para reavivar la innovación, pero finalmente fue reemplazado por Tim Cook, conocido por la excelencia operativa.

En Ford, tras años de control autocrático, finalmente se hizo cargo un equipo directivo, introduciendo sistemas de producción y gestión laboral más escalables.

Esta transición no es un fracaso del emprendedor, sino una evolución necesaria en el ciclo de vida del cambio sistémico. Mientras que los innovadores disruptivos rompen paradigmas, los constructores e integradores garantizan que el cambio introducido se consolide y sea sostenible a lo largo del tiempo.

Comprender las contribuciones y limitaciones de los líderes neurodivergentes o «difíciles» ofrece una lección importante para las organizaciones y los ecosistemas que buscan fomentar la innovación y la longevidad. Estos líderes son a menudo catalizadores del cambio sistémico, capaces de imaginar lo que otros no pueden, perseverar ante desafíos extremos y crear formas completamente nuevas de operar. Sin embargo, sin estructuras y culturas que puedan reconocer, acomodar y complementar sus rasgos de liderazgo, el cambio que producen puede seguir siendo frágil o efímero.

Al reconocer la diversidad cognitiva en el liderazgo, especialmente las contribuciones de las personas que se desvían de las normas neurotípicas, las organizaciones pueden desarrollar sistemas más inclusivos y resilientes. Esto incluye diseñar equipos que complementen las fortalezas y limitaciones de los fundadores visionarios, crear mecanismos de retroalimentación que apoyen la comunicación entre diferencias cognitivas y planificar transiciones de liderazgo que honren la visión del fundador al tiempo que construyen para escalar.

En última instancia, la sostenibilidad en los negocios no se trata solo de la longevidad de un producto o la cuota de mercado. También se trata de mantener el espíritu innovador que inició la transformación mientras se desarrollan las capacidades organizacionales necesarias para anclar ese cambio a largo plazo.

 

Fernanda Arreola es profesora de Estrategia, Innovación y Emprendimiento en ESSCA School of Management

Gregory Unruh es titular de la Cátedra Arison de Liderazgo en Valores de la Universidad George Mason