Hay un proverbio irlandés que dice que Dios creó el tiempo, pero el hombre creó la prisa; y parece que no contentos con nuestra creación, seguimos “acelerándola” para tratar de redescubrirla. Así, la prisa ha pasado en los últimos años a convertirse en un estado permanente, que casi todos hemos adoptado tanto en la faceta personal como en la profesional. En este sentido, creo que en los últimos años este aceleramiento generalizado ha traído consigo un nuevo requerimiento catalizado por la impaciencia: se trata de la instantaneidad. La utilización de los servicios de mensajería instantánea es una muestra fidedigna y un claro reflejo de nuestra acelerada sociedad, y España no se queda atrás en este panorama. Según el estudio E-Communications and the Digital Single Market realizado por la comisión europea y publicado en marzo del año pasado, nuestro país está a la cabeza en el uso de mensajería instantánea. El evidente aumento del e-commerce es otro distintivo de esta nueva realidad; según los datos del portal de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, en el segundo trimestre de 2016 el comercio electrónico ha superado en España los 5.900 millones de euros (un 20,3% más que en 2015). E-commerce y mensajería instantánea representan una parte sustancial de esta tendencia, pero la instantaneidad lo abarca todo para convertirse en la protagonista de una nueva ‘forma de vida’.
Queremos comer sano pero sobre todo rápido y tenemos la posibilidad de hacerlo con platos listos “al instante”. Ya no es necesario descuadrar nuestra agenda para pedir consejo a un doctor, síntomas, enfermedades y posibles curas están a nuestro alcance a través de un simple click gracias a las consultas médicas virtuales. Como todo, un buen aprovechamiento vendrá derivado de la mejor o peor gestión personal que hagamos de esta nueva realidad. Buscamos a toda costa lo inmediato, y si éste es nuestro comportamiento en nuestra vida personal, ¿qué decir de nuestras exigencias como consumidores y como compañías para con los servicios que contratamos? Perseguimos la atención inmediata en el caso de los servicios de cualquier índole y una entrega híper veloz de los productos que encargamos; a este respecto los nuevos servicios de entrega inmediata se están enfrentando a enormes retos logísticos a la hora de cumplir sus entregas.
Con todo esto, en la actualidad nos enfrentamos a una cierta dicotomía: la instantaneidad se ha instaurado en el plano personal (con enormes ventajas si somos capaces de gestionarla correctamente) pero lucha por implantarse en un ámbito profesional todavía lejos de ser capaz de responder a estas estrictas e inmediatas exigencias, sobre todo en lo que a los servicios logísticos se refiere.
Así, hoy vemos en el plano profesional atisbos de esta tendencia que aún no logra instaurarse por completo: En una oficina las respuestas a los mails han de ser inmediatas, cerrar un acuerdo depende (entre otros factores) de estar en el lugar, pero, sobre todo, en el momento adecuado, e incluso los médicos aceleran su día a día con citas cada vez más apretadas. Especial mención al sector del marketing y la publicidad, que tradicionalmente ha ido un paso por delante en el reflejo de la sociedad y, ahora más que nunca, se está viendo afectado por esta tendencia que le obliga a ir, ya no un paso por delante, sino a responder de forma instantánea a las necesidades de un público más personalizado. Ya no sirve ser dinámico, la publicidad y el marketing han de acertar de pleno en cada campaña, para cada consumidor y tener en cuenta todas sus especificidades; lo más importante de todo: han de hacerlo, por supuesto, a través de medios digitales, pero también a través de los tradicionales o impresos.
Plataformas de impresión como la de Gelato Globe han tenido en cuenta esta dicotomía y este nuevo paradigma basado en la impaciencia y la búsqueda de lo instantáneo a la hora de inspirar su estrategia. Hoy en día, hacemos posible la impresión de materiales directamente allá donde son necesitados y conseguimos ahorrar hasta un 90% de las distancias de envío. El tiempo de entrega aproximado es de unas 48 horas.
Hoy me pregunto si es cierto el tan trillado ‘vivimos rápido para no pensar’ o si, en realidad a veces, tenemos que pensar demasiado para vivir tan rápido. En definitiva, inmersos en un día a día frenético solo nos queda abrazar la instantaneidad y tratar de gestionarla lo más inteligentemente posible, tanto como usuarios, como desde el punto de vista empresarial.
José Herrero, Senior Vice President, Consumer & Partnerships de Gelato