Después de la pandemia de la Covid-19, que cambió el comportamiento de los consumidores y las empresas, ahora tenemos, o tendremos, los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania. Todos estos fenómenos aceleran las tendencias existentes en el consumo y crean nuevas rutinas y hábitos diarios en los consumidores.

En Elección del Consumidor, a través exhaustivos y continuos estudios, logramos seguir de cerca estos cambios de comportamiento. Ya al ??comienzo de la crisis, pronosticamos que la mayoría de los negocios se convertirían en “negocios de la salud”, ya que todas las categorías valorables que involucraban interacción física con las marcas (a través de sus espacios o empleados) siempre tenían los atributos más relevantes de consumo o satisfacción. Así, se valoraba el cumplir con aspectos relacionados con la prevención de la Covid (uso de mascarilla, higiene de los espacios, cumplimiento del número máximo de personas en tienda e incluso instrumentos de distanciamiento físico).

Con el avance de la vacunación y el levantamiento de restricciones, aunque la pandemia no ha terminado y hay muchas incertidumbres en el horizonte, el comportamiento del consumidor ha evolucionado positivamente. Los factores de prevención mencionados anteriormente, que el consumidor exigía a las marcas en 2020 y 2021, han dejado de serlo en 2022, pues ya forman parte de nuestro día a día y por tanto ya los damos por descontados en esta “nueva normalidad”.

Está en juego el instinto de supervivencia, lo que nos lleva a buscar nuevas formas de combatir esta pandemia y, sobre todo, de proteger nuestra salud mental. ¿Y cómo se hará esto? A través del ejercicio constante de flexibilidad. Durante la pandemia, nos acostumbramos a las distancias de seguridad, al teletrabajo, al mínimo contacto social y los pagos sin contacto, por nombrar algunos cambios.

El impacto de esta experiencia conducirá a una tendencia en la que se busca un estilo de vida más flexible. El teletrabajo, a pesar de la satisfacción generalizada de empleados y empleadores, tiende a perder su encanto a medida que avanza la pandemia, especialmente en los jóvenes con más problemas mentales debido a la educación a distancia y la falta de socialización.

Por otro lado, empezamos a darle mayor importancia a la forma en que controlamos nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestra vida y aspiramos a una nueva forma de ser, enfocada en el nosotros.

La nueva era del consumidor: de la economía de la experiencia a la de transformación

Esto nos lleva a una nueva era. Hemos evolucionando de la llamada economía de la experiencia (donde cada decisión se centra en la experiencia del consumidor y la relación con las marcas) a una economía de transformación (centrada en lo que las marcas deben hacer para ayudar a los consumidores a convertirse en lo que quieren ser, ya sea más bello, más saludable, mejor informado, muy enérgico...)

Esto tendrá un impacto en la vida cotidiana como consumidores y como empresarios: dónde queremos vivir versus qué recursos esperamos tener en casa; cómo nos vestimos versus qué tecnología incorpora la tela; cómo, qué y dónde comemos versus cómo impacta en nuestro cuerpo y mente...

Si durante décadas hemos visto un desequilibrio en la balanza en cuanto a creación de necesidades (a favor de las marcas), ahora hemos entrado en una era en la que el consumidor gana peso en esta balanza y condiciona el desarrollo de la industria, en esta ocasión para servirle en vez de para satisfacer unas necesidades que habían sido creadas.

Se acabó el lanzar y crear necesidades de consumo para responder después con productos y servicios. Ahora los clientes tienen mucho más claro cuales son sus preferencias y objetivos y solo acompañarán a las marcas que les sigan.

Nunca ha sido tan difícil y desafiante el trabajo de los vendedores y gerentes.