El otro día, gracias a ese fenómeno que es @eduherran, descubrí una aplicación que te hace ver con qué partido estás más alineado de los que concurren a las elecciones catalanas. Es muy fácil, entras en elecciones.es y respondes a viente preguntas sobre Economía, Política, Independencia y Lengua, Sociedad y Medio Ambiente. Te van haciendo un scoring y, al final, te dan las tres opciones de voto más acordes a lo que piensas.

Creo que si no soy absolutamente transparente faltaría a mi código deontológico con este público lector de Anuncios al que tanto debo. Así que, entro en modo salvamedeluxe y les confieso mi triunvirato de candidatos por orden de afinidad: 1) Reagrupament, 2) PP, 3) Solidaritat Catalana. Créanme, tengo un problema.


Más allá del sorprendente resultado para un madridista y madrileño acérrimo al que Laporta le hace la misma gracia que Luis Piedrahita, lo curioso del tema es cómo te hace reflexionar sobre las distintas propuestas que presenta cada partido. Claro, que eso ustedes ya lo hacen en cada elección, ¿no?. Estudian a fondo todos los programas y, al final, votan a aquel partido cuyos posicionamientos se acercan más a los suyos. Por supuesto que sí, todos lo hacemos. Es nuestro deber como ciudadanos no dejarnos eclipsar por la propaganda y votar en conciencia y conscientemente.


Bueno, pues ya está. Si vemos que los votantes realmente no analizan como debieran los programas electorales, se obliga a todo el mundo a que realice este test y ya no hay necesidad ni de pega de carteles mirando al tendido, ni de mítines, ni de caravanas electorales, ni de debates en televisiones autonómicas, ni de mecheros logotipados convenientemente, ni de estrechamiento de manos y beso de bebotes en mercados del extrarradio, ni de actos fin de campaña en polideportivos oversize llenados con autobuses de gentes traídas del infinity and beyond. Y una pasta que nos ahorramos todos en campañas electorales, que no está el horno para bollos.


Sería un error, a mi juicio. Publicitariamente, está claro que aún no llegamos al nivel de sofisticación dospuntocero del Sr. Obama que, según dicen los gurús, ganó las elecciones en el chiringuito del Sr. Zuckerberg. No me veo yo al Sr. Montilla ganando las elecciones con sus 7.174 seguidores en Facebook (Mas, 6.028; Sánchez-Camacho, 4.900; Herrera, 1.504; Puigcercós, 1.415; Carretero, 17… Laporta, 20.799) qué quieren que les diga. Pero sí que creo que las campañas publicitarias electorales son un gratísimo espectáculo y que, aunque sólo sea por eso, deberían seguir existiendo.


No debemos olvidar que es en nuestro país donde se han inventado dos soportes publicitarios políticos que han dado un gran juego, gracias a la intervención de dos partidos extraordinarios: el Grupo Independiente Liberal (G.I.L.) y el Partido del Trabajo y Empleo – Agrupación Ruiz-Mateos. El añorado Jesús Gil y Gil creó el patrocinio político-futbolístico el año en que, en una presentación del Atleti, los jugadores aparecieron vistiendo una elástica con el mítico eslogan ¡Corrupción, no!. Y qué decir de D. José María Ruiz-Mateos, pionero en la creación de virales con el extraordinario “¡que te pego, leche!”, que aprovechó convenientemente con gratos resultados en su campaña electoral.

‘Highlights’

Desde la distancia, pensé que con el Sr. Laporta tendríamos espectáculo asegurado a ese nivel durante la campaña. Pero, de momento, solo le salva el fichaje de la Srta. Lapiedra. Hasta ahora, las highlights vienen dadas claramente por el President Montilla con “Artur Mas de lo mismo.”, “El increíble Hombre Normal” y “Hay algo de Montilla en todos nosotros” (gratísimo aunque un pelín desasosegante).


Escribo esta columna desde la envidia y la frustración, porque miren que llevo años en esto y jamás he participado en ninguna campaña de este tipo, con lo que me gustan. Mi única experiencia es que mi padre era el alcalde de mi pueblo cuando yo era pequeño y en las elecciones de 1983 se marcó lo que viene siendo un kirchner (QEPD) colocando a mi madre en el número 4 de la lista, con lo cual todo se cocinaba en casa. Andaban buscando un eslogan y les dije, de cachondeo: “Julio Pacheco. Un alcalde de hoy para mañana.”. Ganamos. Aún tengo los carteles.