Ya sé que esto es un rumor como el fichaje de Cesc por el Real Madrid, que todos los veranos se habla de ello y nunca se lleva a cabo, pero una de las cosas de las que se cotilleó en El Sol fue el posible cambio de emplazamiento para las próximas ediciones. De esto se lleva hablando prácticamente desde que Carmen Sevilla andaba con el concepto “Familia Phillips, Familia Filís (entiéndase “feliz” para los no avezados en la grata pronunciación de la bella y simpática extelecuponista)”. Bueno, desde un poco más tarde, permítanme ustedes la licencia anacrónica. No se crean que esta columna no se documenta: el primer festival tuvo lugar en 1986 y se celebró en el Cine Oasis de Marbella. Visto con perspectiva histórica, me atrevo a sugerir que quizás fue un error cambiar la localización. Imagínense una entrega de premios presidida por el Sr. Jesús Gil y Gil (QEPD). Y, posteriormente, por la Sra. Isabel Pantoja acompañada (o no) por el Sr. Paquirrín y por el Sr. Julián Muñoz con sus pantalones de tergal subidos prácticamente hasta el sobaco.
Se me ponen los pelos como escarpias sólo de pensarlo. Sin duda, recibir un premio de manos del dueño de Imperioso hubiera sido el highlight indiscutible de mi carrera.
El caso es que, como ustedes saben, el señor Odón Elorza ha sufrido un descenso de categoría electoral y su candidatura ha sido superada por la nueva formación Bildu, que ha sido la más votada en Donosti. Ante esto, Odón ha dicho que cuelga el bastón de mando de la alcaldía y, como gravísimo efecto colateral, nos deja sin su discurso en el Kursaal (gran rima). Discurso que, coincidirán conmigo, está considerado en nuestro sector al nivel del discurso nochebuenístico de Su Alteza Real D. Juan Carlos I (espero que Peñafiel no esté leyendo esta columna, seguro que no he acertado con el tratamiento).
Más allá de que dicho discurso es uno de los mayores ejemplos de longevidad copy-paste de un texto, lo cierto que es que el Sr. Elorza ha sido (creo) uno de los grandes defensores de la celebración del festival en Donosti. Y, claro, la cosa es que si toma los mandos el Sr. Izagirre, candidato de Bildu, a lo mejor el tema de internacionalidad iberoamericana no le cuadra y prefiere hacer algo más local, con lo cual quizás El Sol acaba en Cuenca, pongamos por caso.
Mi opinión es que sería una pena. Me parece que San Sebastián es lo más.
Sanse es una ciudad que invita a que el porcentaje de abrazos (falsos o con sentimiento, eso allá cada uno) que se dan por metro cuadrado supere ampliamente la media habitual. Tiene el tamaño perfecto para encontrarse con unos y con otros, networkear un rato largo y hacerte el interesante otro tanto. En otra ciudad de mayor tamaño, la gente se dispersa y es difícil coincidir con los demás, con lo que se pierde esa gratísima sensación de la ciudad es nuestra.
Y qué les voy a contar que ustedes no sepan sobre sus maravillas gastronómicas y paisajísticas: es un lujo tener como excusa El Sol para hacer, al menos, una visita anual a esta preciosa ciudad.
Experiencia de usuario
Es posible que El Sol deba evolucionar, como lo está haciendo, en la definición de las categorías a premiar (no me pregunten, no tengo ninguna solución mínimamente decente para este problema) y, sobre todo, en los contenidos que ofrece a los delegados. Pero si El Sol sale de San Sebastián, aunque el contenido del festival sea de más calidad, la experiencia de usuario siempre será peor.
Señores concejales de Bildu: si finalmente toman los mandos de esa mítica ciudad les ruego hagan lo posible por mantener El Sol. Los que tenemos la desgracia de no vivir allí se lo agradeceremos infinito.