La pandemia de la Covid-19 ha golpeado fuerte a Barcelona. Especialmente en los sectores relacionados con el turismo, la restauración, la cultura y el comercio, entre otros, con una pérdida estimada de hasta 100.000 puestos de trabajo, según los indicadores económicos municipales.
En este contexto y en pleno avance del proceso de vacunación que nos tiene que conducir a la plena normalidad, tuve hace unas semanas la oportunidad de participar en las jornadas “Barcelona React” impulsadas por el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni, y debatir sobre el futuro de la ciudad.
Mi visión es que Barcelona mantiene hoy en día un buen posicionamiento en el ámbito económico a escala internacional y esto es un factor clave para encarar la recuperación de la economía de la ciudad. A pesar de la pandemia, Barcelona ha demostrado resiliencia y capacidad de atracción. Y los ránkings internacionales así lo atestiguan.
Por citar solo unos ejemplos, Barcelona es la vigésimo primera ciudad más competitiva del mundo, según el Global Power City Index, elaborado por el Instituto de Estrategias Urbanas de Japón. Según el ranking de FDI Tech Cities of the Future, Barcelona se sitúa en el puesto número ocho en cuanto a ciudades tecnológicas de Europa y en el número cinco en cuanto a la atracción de inversiones. Además, es la segunda ciudad de Europa con la mejor estrategia para captar financiaciones en el ámbito tecnológico.
The Global Startup Ecosystem Report, elaborado por Startup Genome, posiciona la Ciudad Condal como el sexto ecosistema emergente del mundo y el tercero de Europa y es la tercera favorita para ubicar una empresa emergente, tal como indica Startup Heatmap Europe.
Por tanto, podemos decir que Barcelona sigue teniendo un gran potencial. Pero evocando a David Ogilvy, debemos aplicar el divino descontento que tanto transmitía para no caer en la autocomplacencia. Debemos ser inconformistas y ver cómo podemos seguir potenciándola.
No digo que no se haya hecho. Tan solo opino que puede hacerse todavía mejor. Durante los últimos años hemos cometido un pequeño desliz al dirigirnos hacia un turismo fácil. Se ha trabajado bien, pero nos hemos olvidado de ámbitos como la innovación o la creatividad, entre otros, que son aquellos que generan economía real. Apostemos por ello.
Pausa necesaria
Partiendo de la base de que nosotros somos más críticos con la imagen de Barcelona que la que realmente proyectamos al exterior, todo sea dicho, en los últimos meses hemos experimentado un cambio. Una permuta surgida a raíz de una crisis como la del coronavirus.
La pandemia nos ha permitido parar un momento, mirar a nuestro alrededor y ver que tenemos ante nosotros una gran oportunidad para reconducir el rumbo de la marca Barcelona. Repito, somos buenos. Contamos con la imagen de ciudad emprendedora necesaria que atrae inversión internacional. No obstante, nos falta un entorno, un imaginario y un discurso alrededor de esa imagen para que pueda ser percibida correctamente.
Las empresas deben ser embajadoras de Barcelona
Y las empresas tenemos un papel importante. Los empresarios o gestores de grandes compañías nos toca exportar la marca Barcelona allí donde vayamos, con todas nuestras conexiones exteriores. ¿Cómo podemos hacerlo de forma sencilla? Logrando que marcas y compañías transmitan esta imagen de Barcelona como ciudad emprendedora, innovadora, atractiva para el mejor talento en cada una de sus acciones hacia el exterior, con mensajes que vayan más allá de los que tradicionalmente hemos lanzado.
Barcelona es innovación, es emprendimiento, es creatividad, es cultura, es deporte, es gastronomía y puede ser todo aquello que se proponga. Puede serlo por todo el talento que habita en la ciudad. Cuidemos ese talento que ya tenemos. Busquemos aquel que está fuera y captémoslo. Convirtámonos en aquello que queremos ser. Soy muy positivo en ese sentido. Lo soy porque lo veo plasmado en hechos. Desde Ogilvy creemos firmemente que Barcelona tiene todos los elementos necesarios para ser la capital europea de la innovación y la creatividad. Y debe seguir revolucionándose para conseguirlo. Y todos, administraciones, empresas, sociedad civil debemos empujar en esta misma dirección. Sin complejos, sin añoranzas del pasado, porqué como siempre digo, el futuro es nuestro. Está en nuestras manos.