La piratería es un fenómeno común que afecta a muchos sectores, incluidas las industrias musical y cinematográfica, así como a los productores de juegos y software. Se calcula que el 37% de los programas informáticos del mundo son pirateados, lo que representa una pérdida de ingresos superior a 46.000 millones de dólares. En respuesta a estas prácticas ilícitas, la industria y los reguladores han ideado y puesto en marcha diferentes estrategias, algunas de ellas agresivas, para desalentar estos comportamientos.

Desde la década de 2000, los usuarios se ven expuestos con frecuencia a mensajes antipiratería en los medios de comunicación o al comienzo de una obra. Sin embargo, a pesar de las claras intenciones de los diseñadores de estos mensajes, sus efectos son a veces atenuados o, peor aún, contraproducentes.

He aquí la ironía: algunas campañas concebidas para desalentar la piratería pueden, en realidad, estar fomentándola. ¿Cuál es la razón? Un malentendido de ciertos aspectos del comportamiento humano.

¿Robarías un coche?

Entonces, ¿cómo diseñar una campaña pertinente sobre un tema así? Las ciencias del comportamiento han venido al rescate de los sectores afectados al poner de relieve tres errores fundamentales que probablemente fomenten la piratería en lugar de desalentarla. Estos tres errores comunes se basan en el atajo mental que sugiere que "más es siempre mejor que menos".

El primer error consiste en dar al público una larga lista de argumentos contra la piratería. Los creadores de estos mensajes piensan que los argumentos suman y que un mayor número de argumentos sirve mejor a la causa. Por desgracia, el público tiende a adoptar un razonamiento medio: los argumentos más fuertes en términos de poder persuasivo se diluyen por la presencia simultánea de argumentos débiles.

Por ejemplo, el anuncio de vídeo 'La piratería es un robo', emitido en el Reino Unido al principio de las películas de la década del 2000, empezaba con '¿Robarías un coche? Nunca'. Al comparar la piratería con ejemplos razonablemente pertinentes (robar un DVD) y añadir ejemplos a priori incongruentes como robar un coche, el mensaje se diluía. El anuncio ha dado lugar posteriormente a numerosas parodias y desviaciones que lo ridiculizan.

Un segundo error es explicar el impacto de la piratería, como hace la campaña actualmente en curso en el Reino Unido, mediante numerosas cifras, como el número de puestos de trabajo perdidos o la cantidad de daños causados a las industrias afectadas. Estas estadísticas suelen ser frías, carentes de emoción y, en cierto modo, deshumanizadoras.

Una cita atribuida a Stalin resume bien esta idea: "La muerte de un hombre es una tragedia, la muerte de un millón de hombres es una estadística".

El hecho de que la gente no pueda identificarse con una víctima concreta y sentir emociones priva a algunos mensajes contra la piratería del tan necesario poder emocional.

Todo el mundo lo hace

El tercer error es hacer hincapié en lo extendida que está la piratería. Afirmar, como hacía un anuncio reciente en Letonia, que "el 46% de la población ya ha pirateado películas en Internet" señala involuntariamente una norma social. El pirata potencial puede pensar que se comporta como los demás.

Al final, no piratear "como todo el mundo" significa ser "el tonto". Un reciente y edificante experimento lo demostró una vez más: al intentar reducir el robo de madera fosilizada, el parque nacional de Petrified Forest de Arizona provocó en realidad un aumento del número de robos cuando los carteles mencionaban que un gran número de visitantes robaba.

Aunque estos errores estén muy extendidos, hay tácticas relativamente sencillas que pueden utilizarse para corregirlos. Una sería seleccionar los argumentos más contundentes. Otro sería sustituir o combinar las estadísticas, a menudo áridas, por relatos de víctimas de la piratería bien identificadas, capaces de suscitar fuertes reacciones emocionales. Por último, para evitar la trampa de la norma social, a menudo parece preferible insistir en el mandato de no piratear o mencionar el número de personas que han decidido dejar de piratear.

El comportamiento humano es complejo y los atajos habituales como "más es mejor que menos" pueden parecer convincentes. Sin embargo, cuando se trata de influir eficazmente en el comportamiento humano, las ciencias del comportamiento pueden ayudar a diseñar campañas más eficaces. Por tanto, urge integrar las ciencias del comportamiento en el proceso de reflexión en una fase temprana, incluso para otras cuestiones cruciales como el cambio climático y la lucha contra la pobreza.