El periodismo ha demostrado aún más si cabe su verdadero valor durante los primeros meses de la crisis del coronavirus. Los ciudadanos nos mantuvimos pegados al televisor, a las pantallas de nuestros ordenadores, tablets y smartphones, necesitados de conocer la actualidad sobre la pandemia, en una época en la que arrastrábamos incertidumbre y preocupación a partes iguales. Que recibiéramos minuto tras minuto la información más veraz y concreta posible fue posible gracias a los cientos y miles de periodistas que se dejaron la piel en un especial informativo constante. Como demuestran varios contenidos muy didácticos ofrecidos por algunas cabeceras, como los mostrados por El País o El Mundo, los medios de comunicación se han enfrentado a unas condiciones de trabajo excepcionales, en un contexto totalmente novedoso y que no daba concesiones a los informantes. 

Pero, en ocasiones, el buen trabajo no da siempre grandes alegrías a los encargados de realizarlo. Todos aquellos que estamos familiarizados con el periodismo sabemos que el sector no es precisamente inmune a las crisis económicas y, como era de esperar, se ha visto afectado por la llegada de la Covid-19. La lógica caída de los ingresos publicitarios durante y después de la fase de confinamiento extremo hirió a las principales empresas mediáticas españolas. Éstas, en algunos casos, han tomado diferentes vías para reajustar sus costes. Relevantes grupos informativos han activado Expedientes de Regulación de Empleo Temporal, reduciendo durante meses su capital humano, mientras que otros han tenido que echar el cierre de algunas de sus marcas estrella. 

Menos periodistas, mismo nivel de exigencia

Si realizamos un análisis profundo del actual estado del sector periodístico resultante de la pandemia, hay una realidad que ni departamentos ni agencias de comunicación debemos dejar de prestar atención: la actividad de los medios de comunicación no se ha ralentizado incluso con un menor número de profesionales activos. Es decir, nuestros interlocutores en canales de radio y televisión, periódicos, revistas y publicaciones online tienen aún menos tiempo para idear, configurar y preparar temas y, obviamente, para atender nuestra propuestas y peticiones. 

Esta situación, muy alejada de lo ideal, resalta de nuevo la importancia de planes de comunicación bien detallados y que, de manera realista, ponen las necesidades del periodista, nuestro principal contacto, en el centro de la estrategia. Propuestas bien configuradas, cerradas con toda la información esencial y que, desde su planteamiento hasta su gestación, despiertan la atención de los periodistas claves. Es decir, no nos podemos permitir hacer perder el tiempo a aquellos que nos informan cada día. 

Aliados en esta compleja situación 

En estos tiempos tan difíciles para nuestros colegas periodistas, la labor de aliadas de las agencias de comunicación debe ser más visible que nunca. Y, por ello, hemos tenido que adaptarnos a la situación, implementando maneras de comunicar basadas en lo digital, como por ejemplo los eventos en streaming. También, se palpa una nueva manera de comunicar en la que los elementos más humanos (Responsabilidad Social Corporativa, testimonios de empleados y directivos…) se hacen un hueco entre tanta información de la pandemia, elementos que permiten a los periodistas ofrecer nuevos puntos de vista interesantes para sus (y nuestras) audiencias. Y, ya se hacen notar nuevas herramientas de comunicación que permiten a los periodistas experimentar nuevos sabores, lanzamientos y experiencias a través de las tecnologías más punteras. 

La situación es la que es. Eso es indiscutible. Sin embargo, si queremos comunicar con éxito debemos ser eficientes en nuestra manera de relacionarnos con los periodistas y tener en cuenta el contexto en el que están trabajando en la actualidad. Solo así conseguiremos difundir de manera relevante y especial los valores de nuestros clientes.