Me vais a perdonar, pero me gustaría insistir en el tema de mi último artículo. Me gustaría hablar de nuevo sobre la relación cliente-agencia y agencia-cliente, por dos motivos. Primero, porque me parece esencial. Y segundo, porque recordé una frase. "Es un mundo circense, falso de principio a fin, pero todo sería real si creyeses en mí".

Es una frase de la canción It's only a paper moon, escrita por Yip Harburg y Harold Arlen, famosos letrista y compositor de los años Treinta, autores, entre otros, de temas tan famosos como Over the rainbow. Y es, además, la aplastante verdad que Huraki Murakami, escritor maravilloso, melómano y ex-propietario de un club de jazz, escogió para prologar su novela 1Q84.
Y te preguntarás qué tiene esto que ver con mi anterior artículo. O, sencillamente, qué tiene que ver con la revista Anuncios, contigo y conmigo y con todos los copies y directores de arte y técnicos y programadores y producers y ejecutivos y directores de cuentas y planificadores estratégicos y presidentes de agencia y directores generales y de medios y directores de comunicación de anunciante y directores de marketing y cualquiera que trabaje en lo que nosotros trabajamos.


Pues bien, tiene mucho que ver, muchísimo, todo. Es la verdad más aplastante que he leído sobre nuestra profesión en mucho tiempo. Recuerdo cómo me sorprendió cuando la encontré: ¿Cómo estos dos tipos, sin ninguna relación con nuestro mundo, podían conocer tan bien la esencia de nuestro negocio, su secreto, la verdad en la que se asienta absolutamente todo? ¿Cómo podían conocerla tan bien y, encima, cómo pudieron escribirla con esa claridad y contundencia en los años en que los protagonistas de Mad men todavía iban a la universidad?


"Es un mundo circense, falso de principio a fin, pero todo sería real si creyeses en mí". Es que es indiscutible. La esencia misma de nuestro mundo. Un mundo aparentemente falso, aparentemente etéreo, frágil, volátil, subjetivo. Pero un mundo que se vuelve real, tangible y realmente valioso si tú crees en mí y yo en ti. Si creemos el uno en el otro. Si confiamos.


En mi carrera he tenido éxitos y he tenido fracasos. Como casi todos. De los fracasos no voy a hablar ahora aquí, porque no viene al caso ahora. Hablaré de los éxitos. Porque los éxitos de mi carrera, todos y cada uno de ellos, han sido fruto de la confianza, resultado de creer en el otro. Y no solo los míos. Todos los casos de éxito que he vivido de cerca en las agencias en las que he trabajado han surgido de esa magia que emerge de vez en cuando entre un creativo y su partner de cuentas, y entre ellos y un anunciante. Ningún éxito hubiese existido nunca en publicidad sin esa confianza que lo hace todo posible entre una agencia y su cliente.

Premios


Podría poner muchos ejemplos, de nuestro país y de fuera, pero ya los conocéis todos: cualquier buena campaña que os pueda venir a la cabeza, cualquiera del último millón de campañas, nace de esa confianza recíproca de la que hablo. Premios Effie y leones de oro en Cannes, todos vienen del mismo lugar inaccesible y secreto: la confianza. Sin ella no hay nada.
Y ahí va mi consejo sobre este asunto, para quien lo quiera: confía o cambia. Confía en tu equipo, confía en tus jefes, confía en tus proveedores y confía en tu cliente (o en tu agencia si eres cliente). Y si no confías en ellos, cambia de equipo, de jefes, de proveedores y de cliente (o de agencia si eres cliente). Porque sin confianza, si no crees en la persona que tienes delante, nunca harás una buena campaña, y estarás perdiendo el tiempo y el dinero, seas agencia o seas cliente.
(Prometo cambiar de tema en mi próximo artículo).