En el ámbito deportivo, la experiencia de los aficionados solía estar limitada a las gradas y las retransmisiones. Ahora, los equipos deben replantearse cómo llegar, entender y emocionar a los fans más allá del terreno de juego, ya que cada interacción puede reforzar la lealtad de los fans hacia el club o los jugadores.
En España, la pasión por el deporte profesional, especialmente por el fútbol, es muy significativa. Según los datos del informe sobre el impacto sociocultural del fútbol profesional, elaborado por LaLiga y KPMG, en 2022 este deporte generó más de 18M, lo que equivale a un 1,44% del PIB español. Además, los aficionados españoles se gastan al año más de 6,5M de euros en sus equipos, tanto de manera directa como indirecta. Estas cifras nos indican la popularidad del deporte y subrayan la necesidad de redefinir las formas de conexión con estas comunidades.
Y es que los fans ya no se conforman con seguir el marcador o revivir las jugadas a cámara lenta: esperan una experiencia inmersiva y continua que refleje quiénes son y a quién apoyan. Esto cobra especial relevancia durante los grandes eventos globales como el mundial que acaba de tener lugar en Estados Unidos. Al final, el fútbol no es más que un espejo amplificador que refleja cómo el desafío de la experiencia del aficionado trasciende cualquier deporte o disciplina específica. Un eje estratégico, humano y tecnológico que está redefiniendo la relación entre las organizaciones deportivas y su público.
De la pasión compartida a la interacción personalizada
Durante mucho tiempo, la relación entre un club y sus aficionados fue lineal, jerárquica y, en muchos casos, impersonal. Una campaña de abonos, un boletín genérico, un anuncio promocional... y se daba por hecho que la conexión estaba establecida. Hoy, esa lógica ya no funciona. Las expectativas han cambiado: los fans demandan una relación directa, receptiva y personalizada. Quieren contenidos específicos, mensajes relevantes y un reconocimiento a su lealtad, preferencias y compromiso.
Este cambio es aún más evidente entre las nuevas generaciones, acostumbradas a un entorno digital donde la personalización es parte del día a día. Entonces, ¿por qué debería ser diferente en el mundo del deporte?
La conexión continua como clave del éxito
El cambio hacia una relación más dinámica y sofisticada no se basa únicamente en objetivos de marketing, sino que también requiere de nuevas capacidades técnicas avanzadas. Centralizar datos, comprender comportamientos y orquestar interacciones omnicanal en tiempo real marca la diferencia entre una conexión puntual y una relación duradera. Herramientas como las Customer Data Platforms (CDPs), motores de orquestación de marketing y soluciones de Experiencia del Cliente como Servicio (CXaaS) permiten a las organizaciones deportivas gestionar cada punto de contacto de forma fluida y contextualizada.
Poniendo un caso concreto, hace unos años, un aficionado al fútbol recibía un correo electrónico genérico días antes del partido. Asistía al encuentro y, quizá, esperaba un resumen en redes sociales. Hoy, ese mismo aficionado puede recibir una alerta personalizada cuando salen a la venta las entradas para su equipo favorito, elegir su asiento desde una interfaz móvil, recibir información en tiempo real sobre accesos y otros servicios gracias a la geolocalización, y al día siguiente disfrutar de un vídeo personalizado con los mejores momentos de su jugador preferido. La interacción ya no se limita a los 90 minutos de juego: se convierte en un ciclo continuo de conexión enriquecida.
Y es que este modelo no es exclusivo de los grandes eventos o clubes de élite. Es perfectamente aplicable a otros deportes, equipos regionales y ligas menos mediáticas. Lo esencial es adoptar una visión que trate a cada aficionado no como parte de un bloque, sino como una persona única.
Algunos clubes punteros ya han entendido esta dinámica. Por ejemplo, El Chelsea FC, que se alzó el pasado domingo como primer campeón mundial del nuevo formato de la competición, ha implementado una estrategia basada en datos de sus aficionados para personalizar las interacciones durante todo el año: ofertas específicas de merchandising según hábitos de compra, contenido exclusivo sobre jugadores favoritos e información contextual en tiempo real los días de partido. Este enfoque demuestra que la personalización a gran escala ya no es un ideal, sino una realidad operativa.
La emoción como motor y la tecnología como catalizador
Además, lo que la tecnología permite hoy no es sustituir la pasión, sino amplificarla. Al integrar enfoques centrados en los datos, los clubes y organizaciones deportivas pueden recuperar el valor de la conexión humana. El objetivo no es automatizar la relación, sino orquestarla de manera inteligente para que sea sincera, coherente y relevante a gran escala.
En este sentido, nuevos formatos de mensajería móvil como el RCS (Rich Communication Services) pueden ser diferenciadores. Con mensajes enriquecidos que incluyen imágenes, vídeos, carruseles, botones de acción e información dinámica, los clubes pueden ofrecer interacciones personalizadas e interactivas directamente desde la aplicación de mensajería preferida por el aficionado. Una notificación RCS puede convertirse en un punto de contacto de alto valor: confirmación de entradas, recordatorios de partidos, contenido exclusivo u ofertas específicas, todo sin sacar al usuario de su entorno habitual.
Esta capacidad para hacer cada interacción más intuitiva y atractiva beneficia a todos: a los aficionados, que se sienten valorados; a los clubes, que refuerzan la fidelidad y generan nuevas oportunidades económicas; y a los patrocinadores, que pueden activar su visibilidad de forma más precisa. Es una visión en la que todos ganan, basada en la premisa esencial de poner al aficionado en el centro de cada decisión.
La experiencia del aficionado ya no es una extensión periférica del evento deportivo; lo que buscan no es solo una victoria o un trofeo. Quieren formar parte de una historia compartida, partido tras partido, y ahora, gracias a la tecnología, esa narrativa puede enriquecerse como nunca se había visto antes.