Ya lo escribió Enrique Jarciel Poncela en La tournée de Dios, allá por los años Treinta, cuando resucitó al Supremo Hacedor en Getafe y se lo llevó de gira por España. Vino entonces a decir, con su habitual humor absurdo, que si las cosas no fuesen realmente mal en nuestro país, nadie querría morirse nunca: ¿quién iba a querer ir al cielo, con lo bien que se vive aquí? Algunos me pueden tachar de iluso, porque realmente hoy cuesta creer lo que voy a escribir a continuación, pero a pesar de nuestra economía, de nuestros políticos y de las portadas de nuestros periódicos, los españoles somos afortunados. Únicos y afortunados por vivir donde vivimos.

Me explico.


Nuestra situación geográfica, por un lado, y nuestras lengua y cultura, por otro, nos sitúan entre dos mundos. El europeo y el latino. Eso no tiene precio. Se tiene o no se tiene. Y nosotros lo tenemos. Por el simple hecho de ser españoles, podemos vivir y trabajar en Europa, gran parte de USA y Latinoamérica. Eso, a pesar de todo lo que está pasando ahora de forma circunstancial, es tener mucha suerte.


Yo, sin ir más lejos. Soy afortunado. Trabajo en DDB España. Y por esa exclusiva, arbitraria y absolutamente azarosa combinación (DDB+España), tengo el privilegio de ser uno de los pocos creativos del mundo (junto con la mayoría de los que leéis ahora este artículo, por supuesto) que puede interpretar, comprender y vivir la realidad de ambos lados del Atlántico como si ambas fueran solo una, que es la mía, la nuestra.


Esta óptica bifocal nos da una ventaja competitiva increíble. Tenemos una perspectiva única del mundo, una visión mucho más amplia, más llena, más rica. Tenemos más información, más inputs, más insights, más verdades. Podemos compartir oportunidades, problemas y largas discusiones con algunos de los mejores creativos del mundo sin salir de nuestra agencia. Podemos trabajar en una campaña de imagen para una compañía de telecomunicaciones en Latinoamérica y, a la semana siguiente, meternos en un proyecto para el lanzamiento de un coche en toda Europa. Y podemos hacerlo todo con naturalidad, sin forzar. Solo por haber tenido la inmensa fortuna de nacer aquí, entre dos mundos, el europeo y el latino.


Juan Carlos Ortiz, presidente de DDB Latina, vio esa ventaja hace ya varios años. Fue de los primeros en verla. Decidió unir España a los mercados latinos de USA y Latinoamérica. Así nació DDB Latina. Una nueva región basada, por primera vez, en valores de identidad, carácter, idioma y cultura, y no en un concepto únicamente geográfico. En esta nueva región, España iba a jugar un papel crucial porque podía representar lo latino en Europa y lo europeo en el mundo latino.

Hace unos días, Juan Carlos me decía que los españoles tenemos que sacudirnos de una vez esa sensación de oveja negra que se ha apoderado de nosotros estos últimos años. Que debemos cambiar el chip y empezar a tirar del carro con fuerza. Y no solo de nuestro carro. Me recordaba que gracias a nuestra privilegiada situación (esa misma a la que me refería antes), podemos tirar del carro de Europa hacia el mundo latino y del mundo latino hacia Europa. Me decía que ese es nuestro privilegio y es también nuestra obligación.

Potencial

No puedo estar más de acuerdo con él. Todos en este país deberíamos estarlo. Por supuesto, estamos con un lío impresionante entre crisis, recortes y corrupción, pero tenemos que tirar p’alante. Porque podemos hacerlo, tenemos el potencial y no estamos solos. Estamos justo en el lugar adecuado. Entre dos mundos enormes a donde llevar nuestras ideas y nuestra creatividad. Dos mundos que, si sabemos hacerlo, se pueden unir a través de nosotros.
Somos afortunados. Ya lo escribió Poncela.

José María Roca es director general creativo de DDB España