Entenderán ustedes que, en esta crucial situación de la vida de nuestro país, uno tenga el corazón partío. Porque, como bien saben y aunque en esta columna no nos gusta presumir, aquí servidor de ustedes se ha visto prácticamente todos los realities concursísticos habidos y por haber. Desde la primera gala de Gran Hermano hasta el último episodio de Quién quiere casarse con mi hijo, pasando por El bus, Popstars, Confianza ciega, Mujeres ricas e incluso Estudio de actores, en el que creo que fui el único televidente que aguantó despierto las tres inacabables galas que duró el invento

Y es que ahora están coincidiend en la grata parrilla televisiva nacional dos concursos que se parecen sospechosamente. Vamos, que son iguales: Splash en Antena 3 y Mira quién salta en Telecinco. De hecho, es tal el colapso que sufro que espero que, en cuantito que se solucione el tema Bárcenas, el gobierno redacte una proposición no de ley para acabar con el abuso de posición dominante de Telecinco. No pueden abusar de esta manera simultaneando la emisión de Gran Hermano 14 con otro reality de gran factura como Mira quién salta. Esto no hay público objetivo que lo aguante.


Lo único bueno de esta situación de bicefalia miraquiénsplash es que, por fin, tenemos un ejemplo popular para poder explicar lo que es una idea y lo que es una ejecución. La idea, francamente, tampoco es ninguna genialidad: tirar desde un trampolín a unos famosos que se dividen en dos categorías: a) pibones y b) fondones. Efectivamente, la segunda ley de Newton penaliza al grupo b), que se adentra en la piscina a velocidades baumgartnerísticas, lo que, unido al principio de Arquímedes, hace que los chapoteos sean realmente espectaculares.


Idea simple que puede ser divertida. Sin embargo, Splash es un tostón y Mira quién salta se puede ver. La ejecución, amigos y amigas, la ejecución. Aunque se están gastando tres veces más por episodio, el ritmo de Splash es lentísimo, la realización es francamente mejorable, el sonido es como si los participantes se lanzaran desde las plataformas con escafandra y los guionistas se están inflando a colocar series de chistes malos consecutivos de los que no se libra ni Santiago Segura, un referente de esta columna.


En cambio, Mira quién salta da gusto verlo. Bien montado, bien contadas las historias de los concursantes y las relaciones entre ellos que, al fin y al cabo, es lo que fomenta el porterismo y mucho mejor el concurso en sí mismo aunque solo sea porque no está Anna Tarrés, que quiere ser Risto y no le sale.


¿Cuántas veces hemos estado con amigos y al comentar alguna campaña les hemos dicho: “es una buena idea pero está mal ejecutada” y han puesto cara de “menudo atontao”? Ahora, gracias a los realities, podemos abandonar nuestro caparazón de creativos y conectar con el mundo que nos rodea, hablando a otros seres humanos en un lenguaje que entiendan: “la idea es tirar famosos de un trampolín, la ejecución puede ser Arturo Valls o Jesús Vázquez”. Bingo.

Referencias


Otro día si quieren comentamos el tema de quién copió a quién, de los plagios, las inspiraciones, las referencias y todo este tipo de cosas. Plagiando myself unos párrafos del libro Steal like an artist les haré notar que, como apunta el escritor Johnathan Lethem: “cuando la gente dice que algo es original, nueve de cada diez veces lo que pasa es que no conocen las referencias de las fuentes originales que han sido involucradas”. Y, como bien indica William Ralph Inge: “¿Qué es la originalidad? Un plagio no detectado”. Estamos bombardeados de referencias que cada vez se parecen más en todas partes del mundo y, claro, pasa lo que pasa. Y si no, echen un vistazo al blog www.joelapompe.net y pasen un buen rato intentando buscar las siete inexistentes diferencias.


Nuestra vida está llena de miraquiénsplash. Y cada vez va a haber más.

PD: Señor Director, si decide organizar un ‘Anuncios al agua’ avíseme para que pueda perder rápidamente 20 kilos y no participar en Modo Falete. Muy amable.