No se rasguen las vestiduras, que no voy a dar cuenta de ningún nuevo escándalo económico de última hora. Tampoco voy a hacer una crónica de lo acontecido en El Sol, al menos no una real. Si acaso de lo acontecido fuera de él, o al lado, o alrededor.

En realidad no estuve en el Kursaal que ya no es Kursaal, sino Palacio Euskalduna, que es como un Guggenheim pero bien planchado. Se lleva más la arruga, pero bueno.


Han pasado unos días, lo sé, pero es que no estuve el año pasado en Bilbao y esto, amigos, para mi desgracia, se nota.
Decía que no estuve dentro del susodicho palacio. Bueno, en realidad creo que suele haber más gente fuera del festival que dentro de él y este es un primer mal síntoma que viene a decir lo poco atractivo del contenido en general de este palacio y antes del Kursaal, sin planchar. No hay de qué preocuparse, nada nuevo que no se pueda solucionar llenando bien lleno el acto de clausura y entrega de premios, donde ya se olvida todo lo demás. Pues no hay que olvidarlo.


Como no estuve acreditado en el Euskalduna, me fui acreditando, junto a numerosos colegas de profesión casi ajenos al evento, uno tras otro en los muchos bares de las zonas adyacentes más o menos remotas, porque Bilbao da para mucho. Con mucha fe en nuestras posibilidades de conquistar algún premio gordo, nos fuimos repasando las short lists existentes, sobre todo la de exterior, aunque El Sol mucho no brilló en el exterior en todo el finde y de terrazas, poco. Esto no mermó un ápice nuestras esperanzas en street marketing local, que confirmaron nuestras mejores expectativas en términos de horeca.
Siendo así que no estuve en la categoría indoor, no comentaré otra short list que no sea la de pintxos y buen vino, que más diría yo que es una long-shortlist, porque de bebercio y comercio andan sobraos en esta buena tierra. No tienen la playa de La Concha, pero de bares y lugares del buen yantar, vamos bien. De estas long-lists, también. Buen rollo y buen momento para el networking en todas sus dimensiones de net, de work y de drink.
De las fiestas no puedo agregar nada que no se haya dicho ya. O sí.


Diré que recorrí unos 50 km. entre cada una de ellas, aunque muy de agradecer el velero botado por los alegres muchachos de La Despensa, perdón, el autobús del amor, que a esas horas ya le veíamos hasta velas. Gracias por la invitación, el viaje de placer, la visita cultural, y el fantástico touroperador a cargo del entretenimiento onboard… De verdad, una gran fiesta del terror en un lugar distante a la par que interesante. Como interesantes las tarifas de los taxímetros para volver desde tan recóndito lugar. Nunca vi taxistas tan felices a eso de las seis de la mañana. Bilbo is different, en esto también. Buen rollo el Museo del Whisky 2, La venganza. Lo han rebautizado como el Churchill, pero me quedo con el original casi siempre, menos en El Padrino, que no sabría con cual de sus entregas quedarme, la verdad. Cosas del retail, uno va de shopper marketing guru de la vida y le acaban dando gato por liebre, o lo que es peor, Churchill por Dickens y nos quedamos tan anchos. Con todos mis respetos por Sir Winston, que de ginebra sabría más que nadie.


Barco, no hay, pero lo que no falla es la fiesta de la IAB. La comisión de fiestas y festejos de mi tan querida asociación sigue poniendo el baluarte digital muy alto, casi de lanzamiento del 4G.


Sin perder el ritmo


De la organización del festival no puedo hablar mucho como he dicho, pero sí de una cosilla casi sin importancia que se echaba de menos; una gran idea lo de subir a la web oficial en lugar de unas tristes listas de premiados en html y pdf, los videos y fotos de las acciones galardonadas. ¡Por fin! Así para los acreditados solo en exterior como yo, se nos pone fácil ver lo sucedido dentro, si perder el ritmo de la short list de bares y acciones diversas de street marketing y out of home. Ooh!
Sobre los premiados, mi sincera enhorabuena a todos. En lo más alto del palmarés de exterior el chuletón de buey compartido y los pintxos de bacalao. Bien merecidos ambos a dos, aunque el grand prix quedara desierto. Y es que un grand prix-pintxo tiene que estar bien hecho, sorprender e innovar también, pero sobre todo estar bien realizado.


Para acabar un poco más en serio, algunos brotes verdes se han visto en El Sol este año, gracias a Dios. Lástima que no sean brotes ni de la economía española, ni de la inversión ni de las ideas de España, sino más bien transatlánticos y mirándolo bien y siendo objetivos, colombianos en su gran mayoría a falta de flora brasileña.


Envidia color verde de brotes y de mentes. Enhorabuena, el futuro de la profesión en aquel país pinta bien. Hasta el año que viene, ahora a ver qué leones se cazan en las afueras de Bilbo, que para eso están los Mapa Mundi.