No es por presumir, pero a mí me encantan las elecciones municipales. Esas agrupaciones municipales independientes (y algunos partidos mainstream, ojo) que concurren a estos comicios son gloria bendita para los consumidores, como servidor, de eslóganes incisivos, direcciones de arte brillantes y retoques fotográficos inconmensurables.

Si esta columna la escribiera un profesional del sector como Dios manda, se pondría a analizar si es superior comunicacionalmente Trabajar. Hacer. Crecer (tiene pinta de que en los mítines la cartelería no debe beneficiar a los candidatos de escasa estatura) o Gobernar para la mayoría.

Si es preferible que Guanyem o que Capgirem Barcelona. O si el rollo Verano Azul Eléctrico de Aguirre, Rajoy y Cifuentes en su paseo bicicletístico por Madrid Río y su extraordinario potencial como generador de memes, enreda o suma.

Pero no. Más allá de que creo que la Junta Electoral Central debería firmar un concordato con Autocontrol para realizar controles antiphotoshopaje a la cartelería de los partidos, que ha alcanzado unos límites y unos cutis insostenibles, no tengo ninguna propuesta que presentar para el mejor funcionamiento publicitario de estos democráticos comicios.

Simplemente, me atrevo a comunicarles que, en estas elecciones, existe ya un ganador indiscutible a nivel comunicacional (incluso superior a Antonio Miguel Carmona, ídolo máximo de quién les escribe, y al que si no gana las elecciones habría que ofrecerle un Telediario en Telemadrid para él solo o la alcaldía de Nueva York como premio de consolación. ¡PIM, PAM, PROPUESTA! ): el candidato por Iniciativa Independiente de Vigo, Sinaí Giménez.

Son muchos años ya de copy, escribiendo para unos y para otros. Condensando en palabras absurdas los insights que se cazan al vuelo en reuniones, generalmente con poco brain y mucho storming. Gestionando como buenamente se puede el poco espacio que nos dejan los directores de arte con sus gustos minimalistas. Sufriendo para juntar letras con un mínimo de sentido.

Por eso, cuando uno lee en un tuit ‘VOTA SINAÍ GIMÉNEZ. EL OBAMA GALLEGO’ sabe: 1) que ahí hay un copy. 2) que eso es un campañón.

Tengo que decir que a Sinaí ya le conocía de un programa de Equipo de investigación en el que no salía muy bien parado, pero ello no es óbice para admirar una obra de arte conceptual como se merece.

El Obama gallego. Obama. Símbolo de la elegancia, la modernidad, el saber hacer en política. Y lo gallego. Lo local. La tierra. El sentimiento. Una combinación única. Porque un Obama gallego es mucho más que un Obama original, claro está. Del mismo modo que cuando, en fútbol, se habla de El Maradona de los Cárpatos (éste lo saben) o El Maradona griego (éste no: búsquenlo en YouTube y flipen), los sucesores son muy superiores al original.

Les recomiendo vivamente que accedan al Facebook de Iniciativa Viguesa y visualicen la campaña de Sinaí en todo su esplendor. Es espectacular. Cuenta con endorsements de artistas de la talla de Malena Gracia o Azúcar Moreno “si fuéramos de Vigo, votaríamos a Sinaí”. Y con un uso del iMovie sencillamente inigualable, con vídeos que parece que se los ha currao un primo segundo de Saul Bass, y con una aplicación subliminal del concepto muy conseguida: plano de Sinaí, insert de Obama, plano de Sinaí, insert de Obama.

Como Azúcar Moreno, si yo fuera de Vigo votaría a Sinaí. Porque la publicidad electoral tiene esto: un efecto halo con el que un claim potente consigue que no nos leamos los programas y, luego, votamos lo que votamos.

Esta columna la escribo en recuerdo a mi padre, que fue alcalde de mi pueblo muchos años y con él viví mis primeras campañas. Murió hace unos meses y éstas son las primeras elecciones que paso sin él. Papá, si te presentas, seguro que te eligen alcalde allá donde estés.