Una de las mayores enseñanzas que se extrae del libro ‘Innovators’ de Walter Isaacson es que la innovación tecnológica rara (rarísima) vez es lineal. Sus caminos son oscuros, discontinuos, repletos de incertidumbre. La cámara de fotos digital o el ratón son dispositivos que se usan miles de millones de veces cada día. Ninguno de los dos tuvo un arranque claro que pudiera anticipar su uso masivo en décadas. Ni siquiera Internet se salva. No se estructuró para el uso que se le da desde mediados de los años 90. No se creó para enviar películas en 4K en streaming. Sus cimientos han ido parcheándose hasta que han sido capaces de soportar la demanda espectacular de la Red hoy en día.

La mayoría de las grandes invenciones y desarrollos pasaron años encerradas en un cajón sin que nadie fuera capaz de ver la forma de hacerlas rentables o utilizables por el gran público.

A toro pasado, ¿a quién no le parece lógico haber abrazado estas creaciones desde el origen? Pero no siempre existe un ritmo único que marque el compás adecuado a marketing, necesidad de mercado e innovación útil y real.

Mi trabajo es guiar a una empresa de formación para equipos IT. Eso significa que la incertidumbre y las apuestas son ingredientes básicos en las recetas de nuestro día a día. Construimos cursos y caminos formativos para compañías españolas, cada una con sus propios cronogramas y visiones de futuro. Cada una con su listado de tecnologías necesarias, superfluas y “posibles burbujas inútiles”. Sin embargo, en OpenWebinars no podemos asignar a (casi) nada la etiqueta de “Burbuja” y mirar hacia otro lado. Vivimos, literalmente, ante el abismo de la innovación. Nuestro mantra es: “No sabemos si X será ‘The next big thing’, pero si estamos seguros de que el primer (y mejor) sitio donde habrás podido aprender sobre X será en OpenWebinars”.

Esta perspectiva ante el cambio, grabada en nuestro ADN, nos ayuda a alejarnos un poco del ruido cuando valoramos tecnologías y tendencias incipientes como pueden ser los NFT o el metaverso: dos tecnologías muy prometedoras a las que el ‘hype’ ha maltratado notablemente.

¿Merece atención el metaverso?

Esta es una pregunta que nos llega cada vez con más frecuencia. En nuestra opinión, si tu empresa está en el sector del marketing digital, la moda, los videojuegos, los contenidos o el comercio electrónico, es una tendencia que debes vigilar de cerca.

Cientos de millones de adolescentes que ahora mismo interactúan con metaversos cuya única finalidad es entretenerse —videojuegos— tendrán en pocos años tarjetas de crédito, bienes virtuales y criptoactivos. Los intercambiarán a diario e invertirán parte de su tiempo y de su dinero en mundos que se disfrutan a través de un visor 360º.

Pensemos en todos los jugadores de Fortnite o Roblox. Están habituados a darle valor económico a sus posesiones “en píxeles”. Para los menos jóvenes, una armadura o una skin en un videojuego no es más que un puñado de archivos PNG y unas coordenadas de mapeo almacenadas en un disco duro. Les cuesta entender que alguien pague 100 euros. Pero ahora explícale a un chico de 12 años a quien han regalado una skin exclusiva en Fortnite que solo es dueño de un puñado de archivos y puntos en una pantalla. Probablemente te mire con incredulidad. Las cosas valen lo que uno está dispuesto a pagar por ellas.

Hoy es ya más o menos evidente que se va a generar una nueva economía digital en torno al metaverso. La dimensión exacta no la conoce nadie, pero hay pistas para adivinar que se avecinan años intensos.

Cuando Mark Zuckerberg, líder absoluto de Meta, decide invertir más de 10.000 millones de dólares en el metaverso es imposible no poner más atención. Si Facebook es la mayor máquina de encontrar patrones y realizar predicciones, detrás de esa gran apuesta hay, seguro, toneladas de datos que respaldan la aventura.

El famoso Facebook Login o el Píxel de Facebook han permitido que Meta no solo conozca lo que haces dentro de sus redes sociales, sino que le ha servido para hacer una radiografía tremendamente exacta del uso de las horas de entretenimiento. ¿Un ejemplo? Millones de jugadores que acceden a Fortnite lo hacen desde hace años empleando sus credenciales de Facebook. Es la segunda opción más importante, por encima de Google o Apple.

Que exista esa inercia tan grande procedente de un tótem del sector tecnológico no puede dejar a nadie indiferente. Con los precedentes de Nokia, Blockbuster, Borders y otras tantas empresas que desaparecieron de mercado del consumo minorista por no ver venir la innovación, es razonable no ignorar el metaverso.

¿Significa esto que nos vamos a convertir en el protagonista de Snowcrash, El cortador de césped o Ready Player One? No. Lo único que debemos hacer es mantener la escucha activa y comenzar a mirar procesos, productos y servicios de nuestras empresas en los que el metaverso podría tener sentido.

Para aquellas empresas que ya están sopesando su entrada en proyectos inmersivos, nuestra recomendación es hacer una apuesta comedida que, casi siempre, arrancará en el lado de la formación. Solo con el conocimiento adecuado estaremos en disposición de tomar decisiones bien fundamentadas.