Si tuviéramos que localizar el origen del término ‘moonshot’ tendríamos que citar a John Fitzgerald Kennedy. En 1962, el entonces presidente de Estados Unidos fue el primero en utilizar esta palabra, planteando a la NASA el reto de llegar a la Luna en esa década, dejando bocabiertas a muchas personas, entre ellas a muchas de su mismo equipo. El 20 de julio de 1969, la tripulación del Apollo 11 alcanzó ese reto y Armstrong y Aldrin fueron los primeros humanos en pisar suelo lunar. 

Han pasado ya más de 51 años desde aquella aventura espacial que hizo posible lo que hasta el momento se creía imposible, y ese hito ha dejado huella en toda la Humanidad (imposible no recordarlo al ver la reciente llegada de la misión ‘Perseverance’ a Marte). Sin embargo, el concepto de Moonshot, literalmente, un ‘disparo a la Luna’, quedó prácticamente en el olvido hasta que en 2010 Google lanzó X Development, the Moonshot Factory, con el fin de crear soluciones radicales basadas en tecnología para solventar los desafíos globales. Desde entonces, el pensamiento Moonshot ha ido ganando relevancia en los grandes referentes empresariales cuando se habla de innovación disruptiva. Más recientemente, la Comisión Europea ha lanzado 5 grandes moonshots, en línea con las tesis que la reconocida economista y profesora Mariana Mazzucato ha puesto sobre la mesa en los últimos años, centrada precisamente en “Moonshots” o “Misiones”.

Efectivamente, el Moonshot es una misión atrevida que genera una solución disruptiva a un problema radical. Como si se tratara de un cohete que traspasara la atmósfera para llegar al espacio, los Moonshots permiten pasar de una innovación incremental, que ofrece mejoras en los productos o servicios, a una exponencial, no lineal, que dé respuesta un reto complejo de alcanzar. 

Y ahí es cuando la innovación tiene que dejar de pensar en futuros predecibles e imaginar esos futuros deseables que nos ayuden a superar los desafíos sociales, económicos y medioambientales que tenemos como sociedad. Son innovaciones disruptivas que impulsan una transformación sistémica que no se da en las metodologías típicas de innovación, como puede ser el design thinking, que acaban conduciéndonos a pipelines con foco en innovación incremental, que desde luego están muy alejados de lo que consideraríamos “innovación estratégica” para una organización.

Un Moonshot es un gran sueño compartido que impacta positivamente en la sociedad y en el planeta. Se trata de procesos revolucionarios que porque además generan entusiasmo y un engagement sin precedentes entre los diferentes grupos de interés…y eso no lo consiguen otras metodologías de innovación.

Estos futuros deseables son tanto o más necesarios hoy en día, cuando nos encontramos en un momento de incertidumbre por la pandemia, que además del impacto en vidas humanas, la crisis sanitaria, social y económica que están viviendo todos los países, también está cambiando la manera de trabajar, vaciando las oficinas de las ciudades en beneficio de los entornos rurales, impulsando la educación online, reinventando la manera de relacionarnos... En este escenario, al que se une el gran reto global del cambio climático, que no podemos olvidar, los Moonshots se presentan más necesarios que nunca. Según los científicos ya vamos tarde para evitar que la temperatura de la Tierra aumente entre 1,5º y 2º en 2100 con respecto al periodo preindustrial.

¿Cómo va a ser tu modelo de negocio de aquí a 10 años? ¿Será resiliente? ¿Estarás en condiciones de ser líder? Los retos a los que nos enfrentamos obligan a las empresas a replantearse cómo quieren estar en el mercado, qué huella quieren dejar y cómo reimaginar sus modelos de negocio, para garantizar el éxito en el negocio y el impacto positivo en la sociedad y el planeta.

Claves del éxito

En la actualidad, no todas las empresas o marcas están preparadas para impulsar Moonshots, pero si quieren generar un cambio disruptivo y contribuir a esos futuros deseables estas son condiciones de partida necesarias para empezar a trabajar, aunque no suficientes:

Cambio de mentalidad. Lo primero es pensar cómo las empresas pueden involucrarse desde su ámbito de actuación para superar alguno de los retos que afrontamos como sociedad y querer contribuir a solventarlos.

Desaprender. Para imaginar los futuros deseables es necesario desaprender lo aprendido, y aprender de nuevo impulsando la innovación disruptiva. Para ello es necesario una buena dosis de optimismo, apasionarse por el espíritu emprendedor y de colaboración y pensar en marcar tendencia no como empresa, sino liderando nuestro sector de actividad e influyendo en otros ámbitos.

¡Enamorarse del problema, no de la solución! Sólo así podremos dar respuesta a los grandes retos sin quedarnos en la primera solución. Enamorarnos del problema nos permitirá resolver de manera eficiente las dificultades que encontremos por el camino. 

Tangibilizar la disrupción. No se puede ser disruptivo desde el ‘business as usual’, manteniendo las estructuras tradicionales de las empresas, porque la disrupción comienza apostando por equipos disruptivos que se unen para buscar el cambio. Por ello, se necesita el mejor talento, estructuras separadas del corazón de la empresa, apostar por metodología agile e integrar el propósito en el Moonshot.

Liderazgo. Por último, para que las anteriores fases se den, se necesitan líderes atrevidos, que guíen a los equipos en las dificultades para impulsar los Moonshots, que se adapten a las dificultades, que sean persistentes, que sepan avanzar hacia el éxito sin miedo al fracaso, y que sean capaces de trasladar ese cambio de mentalidad a toda la organización. Porque los Moonshots, cuando llegan, tienen que contagiar a todos.

Desde Quiero creemos que el futuro no existe: se crea. Por eso nos hemos aliado con Futur/io, el Instituto Europeo de Tecnologías Exponenciales y Futuros Deseables, para trabajar conjuntamente en el impulso de la innovación disruptiva y potenciarla entre las empresas españolas durante los próximos años. 

¿Un Moonshot para la humanidad? Qué mejor legado para la empresa y la sociedad.