La transformación digital que estamos atravesando y el cambio en el paradigma de consumo de los usuarios están apelando directamente a las empresas. Los clientes ya no quieren unirse a marcas con las que no sientan que comparten intereses, buscan marcas que tengan un propósito claro.

El tejido empresarial ahora pone por delante los valores de la entidad. Ya no son el “qué” hacen ni el “cómo”, sino el “por qué”. Los clientes demandan algunos como la inclusión, igualdad, conciencia medioambiental y la transparencia. En este nuevo marco comunicativo, las organizaciones están apelando a la emoción y la cercanía, dejando atrás mensajes vacíos únicamente con fines publicitarios. El gran avance de la visibilidad del deporte femenino unido a todos los mensajes de valor que proyectan como la igualdad, diversidad o la inclusión, ofrece a las marcas una oportunidad única y difícil de encontrar en otros ámbitos.

Por ejemplo, desde 2018 el grupo asegurador Caser cuenta con Garbiñe Muguruza como embajadora de su marca e imagen en sus spots publicitarios. Desde la marca explican que la vinculación con la tenista española va más allá de ser la imagen de la compañía. Garbiñe refleja cualidades que comparten todos los profesionales que desarrollan su labor en la entidad. Ella es capaz de personificar: la sencillez, la capacidad de superación y la responsabilidad.

Desde la agencia WOT (Women on top) sabemos que aún queda un largo camino por recorrer de la mano de las deportistas y de las marcas, pero tenemos claro que el deporte femenino está en el camino correcto para construir su propio modelo de negocio sostenible. Según Deloitte, el 66% de las personas están interesadas en al menos un deporte femenino, y entre los aficionados al deporte ese porcentaje sube hasta el 84%.

El cambio que se está produciendo es imparable y cada vez mayor. Las marcas y los medios de comunicación tienen una oportunidad clara para desarrollar propuestas innovadoras involucrando a los usuarios de una manera muy diferente.

Esto me lleva a preguntarme, por qué a lo largo de todos estos años pasados las grandes marcas no han apostado de manera tan firme por las embajadoras del deporte femenino, cuando hemos tenido grandes referentes de éxito que necesitaban también ese apoyo: Arantxa Sánchez-Vicario, Conchita Martínez, Blanca Fernández Ochoa, Amaya Valdemoro, Jennifer Pareja y un largo etcétera.

Mujeres que en deportes individuales o colectivos han sido grandes ejemplos de esfuerzo, competitividad, superación personal y constancia. Valores que para una marca son necesarios de trabajar y transmitir. Pero, aun así, no veían la gran oportunidad que existe dentro de este nicho de mercado, por suerte, hoy en día ya lo están viendo.

Desde Deloitte afirman que, aunque 2021 no será el año en el que se traspase la barrera de 1.000 millones de dólares en el volumen de negocio del deporte femenino, su valor global muy pronto será más que milmillonario. Las marcas se co-construyen con los consumidores y sus intereses, porque ya no son entes separados, sino que actúan como una sinergia y crecen juntos acompañándose en el proceso.

Hoy el deporte femenino vive una época dorada, las Mireia Belmonte, Garbiñe Muguruza, Lydia Valentín, Carolina Marín, Ana Carrasco, Sarai Gascón, las selecciones de baloncesto, de fútbol, las guerras del balonmano y otros muchos ejemplos son sinónimo de éxito y orgullo del deporte español.

Por ello, estamos en el momento del cambio, en el que no hay que convencer a las empresas de que tener una embajadora de deporte femenino es una buena opción, sino que las propias marcas las busquen de manera proactiva ya que, ¿quién mejor puede representar los valores como esfuerzo, sacrificio o éxito que ellas?

El deporte femenino está en auge, pero la presencia de ellas en planes de marketing también.