El skyline de Nueva York, las playas paradisíacas de Maldivas, el ajetreo de Tokio… Si pensamos un poco, seguro que se nos viene a la cabeza la imagen icónica de otras muchas ciudades. No hablo de un monumento concreto, sino de su atmósfera, su espíritu, lo que nos sugiere, ¡su marca!

Porque igual que para las empresas, hoy en día el diseño también es clave para ciudades y países a la hora de darse a conocer, posicionarse en el mercado y diferenciarse de la competencia, para así aumentar su rentabilidad general, lo que significa, por supuesto, atraer al turismo, pero también el capital de las multinacionales, sin olvidarse del ciudadano de todos los días. Las corrientes de pensamiento actuales conciben el diseño como motor para la reconstrucción económica de un país y de sus ciudades, como motor de transformación y posicionamiento, englobando a todos sus ciudadanos y a las empresas que tienen su sede en ella.

Y no se trata (solo) de ‘vender’ la imagen de la ciudad y apostar por su identidad visual (lo que se conoce como city branding), sino también de involucrar a toda la actividad que tiene lugar en ella y motivar a los distintos agentes públicos y privados para la innovación y el desarrollo de proyectos. El objetivo es, como decimos, atraer el interés de nuevos visitantes y capitalistas, además de ayudar a una buena gestión pública, dar a conocer todos sus servicios a los ciudadanos y mejorar su calidad de vida. Todo ello ayuda a potenciar el desarrollo industrial, dando a las empresas allí ubicadas mayor visibilidad a nivel mundial, y con ello, impulsar el cambio climático, la sostenibilidad y la concienciación social en problemas de toda índole.

Marca España, un ejemplo internacional

Es un hecho que las ciudades europeas están liderando la transformación hacia un modelo más sostenible, digital y accesible. Y así lo demuestra el Índice IESE Cities in Motion que, desde hace seis años, analiza el nivel de desarrollo de 174 ciudades de 80 países para detectar cuáles son las más inteligentes del mundo, teniendo en cuenta nueve dimensiones: economía, capital humano, cohesión social, medio ambiente, gobernanza, planificación urbana, proyección internacional, tecnología, movilidad y transporte. España está presente en este ranking con 10 de nuestras ciudades entre las 165 seleccionadas. Madrid y Barcelona aparecen en las 50 primeras posiciones, seguidas de Valencia (en el puesto 61), Sevilla (76), Málaga (80), Palma de Mallorca (88), Zaragoza (101), A Coruña (102) Murcia (105) y Bilbao (107).

En el caso de nuestro país, esta filosofía no es nueva. Desde que España empezó a gestionar su marca con Joan Miró en 1983, definiendo una imagen identificativa muy asociada al turismo y poniendo en valor ideas tradicionalmente asociadas a la cultura española: el sol, la luz, el clima mediterráneo, nuestra gastronomía…, ya se buscaba cambiar esa otra imagen más arcaica y ligada a la guerra civil y a la dictadura. Esta novedosa representación abstracta del país, pionera a nivel mundial, hizo que España se convirtiera en referente internacional, y su propuesta conceptual fuera seguida por otros estados.

Hoy en día, muchas de nuestras ciudades siguen manteniendo unas características propias que las diferencian del resto y que, para mantenerse, deben ser potenciadas a través de una marca articulada mediante un sistema de identidad visual. Barcelona a la cabeza, seguida de cerca por Madrid, así como por ciudades como Valencia o Bilbao apuestan por potenciar e incorporar el Diseño (sí, con mayúsculas) en sus campañas, publicidad e imagen de ciudad buscando realzar así su imagen y su economía.