La pelea por aumentar los márgenes operativos (porcentaje que supone el beneficio antes de intereses e impuestos (BAII) sobre el total de las ventas) no es una cuestión ni nueva ni temporal. Tanto la Gran Distribución como los fabricantes, donde me incluyo, estamos siempre pendientes de nuestro margen, es decir, de lo que nos permite continuar con nuestra actividad empresarial.

Pues bien, la semana pasada algunos medios se hacían eco de la decisión de Carrefour de dejar de vender productos del grupo PepsiCo, entre los que se encuentran Alvalle, Lay’s, Doritos y por supuesto Pepsi, entre otros. “Carrefour deja de vender productos de PepsiCo por el 'incremento inaceptable' de sus precios”, titulaban algunos medios de comunicación españoles. 

Esta decisión afecta a 4 de los países donde Carrefour opera en Europa: Italia, Francia, Bélgica y también España.

Carrefour argumenta, para llevar a cabo esta estratégica y controvertida decisión, que hay que proteger al consumidor de prácticas reduflactarias que ellos consideran abusivas, (reducción del tamaño de sus productos, pero mantienen sus precios iguales o incluso aumentándolos).

La cadena de supermercados lleva algún tiempo informando a través de carteles en los lineales a los clientes cuando una botella o envase ha visto reducido su tamaño habitual manteniendo el mismo precio o incluso aumentándolo.

Mas allá de las formas empleadas, personalmente no soy partidario del name and shame. La decisión de Carrefour crea un precedente importante en la relación de la Gran Distribución con las grandes multinacionales de alimentación y lanza un mensaje a todos. Al cliente le dice que ellos no van a permitir que “abusen” con los precios y sitúa a PepsiCo en el ojo del huracán como el responsable de las subidas, algo que considero no realista.

A sus competidores lanza el mensaje de que Carrefour quiere liderar esta “cruzada” por proteger a los consumidores. Y a la industria de alimentación le avisa de que si ha tomado esta decisión con PepsiCo lo puede hacer con cualquier otra empresa del sector.

Debemos ver cómo evoluciona este órdago que ha lanzado Carrefour y si se llega a un acuerdo entre ellos que reconduzca la situación.

Pero volvamos a la cuestión de los márgenes, toda empresa privada necesita obtener un beneficio por su actividad, y esta rentabilidad viene de los márgenes que obtengan por la venta de sus bienes o servicios.

La Gran Distribución, aunque sorprenda, tiene márgenes muy reducidos, principalmente debido a la enorme competencia que existe entre ellos, con más de 200.000 puntos de venta de alimentos solo en España. Vayamos a los datos del 2022 publicados.

Carrefour España, con el 7,6% de cuota de mercado en España y segundo en el ranking de nuestro país, obtuvo unos beneficios en 2022 de 290 millones de euros y facturó 9.028 millones de euros. El cálculo es sencillo, 290 entre 9.028= 3,2% de beneficio neto. Ciertamente Carrefour opera con un margen neto muy reducido.

Este emblema, como todos, necesita generar millones de viajes de compra para llegar a obtener un margen neto que a todas luces se vislumbra muy estrecho. Es por ello que comprendo en el fondo que no en las formas, su voluntad de hacer lo posible por no subir los precios y de este modo conservar a sus clientes.