Además de marquesa, en los últimos días Tamara Falcó ha demostrado ser la digna heredera del título de reina del papel couché, un término bastante viejuno teniendo en cuenta que su mayor desafío ha sido lidiar con la inmediatez de la televisión, los contenidos digitales y las redes sociales.

Aludiendo a su reciente título de chef, su historia puede resumirse en un peculiar menú, compuesto por entrante con exceso de azúcar (el anuncio del compromiso), un plato principal indigesto (la mentira de Onieva), y un maravilloso postre (ríete tú de su famoso Fresh Melba) que bien valió la espera y resultó digno de Estrella Michelin. ¿El secreto? El cocinado a fuego lento, con un control absoluto de los tiempos y los recursos.

Frivolidades aparte, este caso va mucho más allá de un desengaño. Responde al claro objetivo de proteger la “marca Tamara”, una sociedad en toda regla que incluye ser empresaria de su propia firma de moda, embajadora de marcas de lujo, colaboradora del programa de televisión líder de audiencia y un documental que en el mes de su estreno fue la segunda serie más vista en España.   

Hoy, una semana después del escándalo, nos quedamos con cinco grandes aprendizajes de lo que considero que ha sido una gestión impecable de gestión de medios:

  1. Nunca mientas, y mucho menos infravalores el poder de los medios. Esta historia no hubiera tenido tanto recorrido si el protagonista no hubiera cometido la torpeza de negar lo innegable, especialmente de forma pública.
  2. Da la cara. Reconocer la situación con total humildad te hace humano y genera empatía. Da igual que Tamara tenga una legión de haters, ¿quién no sintió ternura durante su primera aparición pública después de semejante disgusto?
  3. La mejor improvisación es la que está preparada: dedica tiempo a trabajar tu mensaje, y controla la situación. Por muy cercano, informal y distendido del entorno, si no quieres que algo no se publique, no lo digas (y viceversa).
  4. Pincha el globo: ese baño de multitudes ante una prensa ávida de saber, gestionada con una única declaración, medida y controlada, es la mejor estrategia para cortar de raíz la especulación y el morbo de la noticia. 
  5. No es momento de exclusivas, en situaciones así no hay medio grande o pequeño, bueno o malo, todos se merecen la misma atención. Es de biennacido ser agradecido. Normal que la prensa respondiera con una emocionante ovación y gritos de “¡Te queremos, Tamara!”. Impecable también su intervención en El Hormiguero, donde se limitó a repetir, aunque ya más pausada y con algo más de detalle, el mismo mensaje de su primera declaración. Y lo mejor de todo, sin perder la sonrisa (la procesión va por dentro). Ganando engagement. Del bueno. Una señora.