Lo primero para dimensionar la magnitud de la tragedia de Nike es dimensionar la magnitud del espécimen humano Zion Williamson. El jugador de la Universidad de Duke presenta una configuración atómica: es Usain Bolt metido en el cuerpo de un luchador de sumo de dos metros de altura. Una combinación de velocidad, capacidad de salto y potencia que nos tiene a los aficionados al basket con la boca abierta cada vez que nos retuitean alguno de sus highligths.

Es lógico, entonces, que las zapatillas que calza sufran impactos de 8.3 en la escala de Richter cada vez que este jovenzuelo nos deleita con alguna pieza de su repertorio de vuelos sin motor, ya sea en formato mate extremo o en concepto tapón inverosímil. Lo que no es lógico es que Nike fabrique zapatillas (¿zapatillas, en general, o es que solo ha fallado esa zapatilla en concreto? Espero que el CSI:Calzado esté sobre la pista del tema) que no puedan aguantar este tipo de presión y se rompan provocando una lesión grave. Así, como primer diagnóstico de brocha gorda, menos diseñar zapatillas que se abrochan solas utilizando una app y más poner el SuperGlue 3 textil que haga falta para que un calzado que me ha costado 180 pavos no se me reviente mientras juego.

Leí que Nike perdió 1.100 millones de dólares en bolsa después del incidente. A Apple también le pasó algo parecido con el #bendgate, parecía que la compañía iphonística iba a sufrir un apocalipsis y, cuatro años después, solo hemos recordado esto porque Huawei acaba de presentar un móvil que se dobla. En este caso, aposta. O lo de Samsung con los fuegos artificiales inesperados en sus teléfonos. O, mi favorito, el #dieselgate de Volkswagen, que estamos hablando de una compañía que te engaña adrede, vendiendo unos productos que contaminaban mucho más de lo que decían. Y aquí no ha pasado nada. O sea, que los muertos que vos matáis en las redes sociales, gozan de buena salud.

Por eso creo que tardaremos poco en olvidar esta crisis. ¿De verdad nos vamos a plantear dejar de comprarnos unas Nike que nos flipan por si se rompen? Creo que no. Incluso en el peor caso posible, que Williamson no se recupere, tendrán otro pico de crisis, sacarán la línea de ropa y calzado Zionike con refuerzos extra para gordos –me pongo en la lista de espera pero YA- y no solo superarán la crisis, sino que se inflarán a ganar pasta.

Y, qué quieren que les diga, me parece mal. Si Zion no se recupera bien y no acaba arrasando en la NBA, como parecía hasta ese instante del Duke-North Carolina en el que explotó su Nike PG 2.5, los amantes del baloncesto sufriremos como sufrimos cuando Sabonis se rompió el tendón de Aquiles y cada vez que le veíamos jugar tras recuperarse pensábamos: ‘madre mía, lo que hubiese sido este tío sin las lesiones. Qué pena’. Y eso, ¿quién nos lo compensa?