Pfizer, KIA, Kodak, Burguer King, ING, General Motors, Osborne, Reckit Benckiser, Securitas Direct, Peugeot, Osborne, Cruzcampo, Familia Mahou-San Miguel…
En estos últimos meses hemos visto muchos ejercicios de rebranding de multitud de compañías en todos los sectores, segmentos y países. Desde Silestone en B2B a Mr. Potato en B2C. De Renault a Dacia, de Telefónica a Vodafone… Una tendencia que no es casual y que en parte se debe a dos factores fundamentales:
Por un lado, en 2021, la disciplina del branding, o la construcción y gestión de marcas, ya está consolidada como una herramienta estratégica de gestión de las compañías y sus culturas, que preocupa y ocupa a sus directivos. Una palanca competitiva fundamental capaz de transformar la percepción y evolución de la compañía en su conjunto, y al servicio de la consecución de los objetivos de negocio. Un ingrediente clave al que hoy sabemos sacar mucho más partido que hace unos años y que nos ayuda a reposicionarnos y diferenciarnos de la competencia.
Y por otra parte, esta circunstancia coincide con la necesidad de adaptarnos a nuevos tiempos, nuevos retos y nuevas exigencias del mercado y la sociedad, de conectar más y mejor con todos nuestros públicos, reforzar las relaciones y poner en valor lo que hoy nos hace únicos o nuestra forma de aportar valor. En este sentido la pandemia ha supuesto un antes y después en términos de valores y preocupaciones sociales a los que las empresas tratan de dar respuesta a través de sus marcas.
Estas circunstancias conforman un contexto único en el que un ejercicio de rebranding, si se hace bien, puede acarrear numerosas ventajas para una compañía que gestionadas e implementadas de forma adecuada pueden tener un impacto significativo en nuestra competitividad y aportar de forma muy relevante al negocio en el corto, medio y largo plazo.
A continuación, analizamos los beneficios principales que acompañan a un buen ejercicio de reposicionamiento de marca o rebranding en la situación actual de mercado.
- Es la manera más rápida de transmitir al mercado que hemos cambiado. Nuestra marca es un elemento de alta visibilidad que nos permite trasladar el cambio de manera directa e intuitiva para todas las audiencias.
- Responde a una realidad, hemos cambiado porque el mundo ha cambiado, y da respuesta a la necesidad de cambios estructurales que demanda la sociedad a las compañías.
- Un mensaje de liderazgo y futuro. Un rebranding es estos momentos convulsos comunica que estamos preparados para afrontar los nuevos tiempos con seguridad.
- Favorece la diferenciación. Una forma de dar un paso al frente en un nuevo contexto y adelantarnos a la competencia ocupando nuevos espacios de mercado.
- La excusa para entablar o renovar conversaciones con todos los stakeholders, permitiéndonos actualizar nuestros mensajes principales y puntos de conexión, engagement y experiencia.
- La oportunidad perfecta de encontrar o dar forma a un propósito, si no lo teníamos ya. Articular nuestro discurso de marca no desde lo que hacemos sino desde lo que aportamos, encontrar nuestro para qué en el mundo yendo más allá del plano comercial.
- Una manera de conectar con nuestros empleados y fortalecer nuestra cultura en época de teletrabajo y distanciamiento social, reforzando el orgullo de pertenencia.
- Una forma de competir más empática, más consciente y comprometida. Evolucionar desde nuestros principios y el tipo de ambiciones que nos mueven, aportando más valor en cada paso.
- Un revulsivo para nuestra reputación corporativa y un motor para la tarea comercial.
- El momento ideal para simplificar y racionalizar los recursos de marca, reordenar nuestra arquitectura, actualizar manuales para nuevos formatos, formar a los equipos… O lo que viene a ser lo mismo, ser más eficientes con menos esfuerzos.
En definitiva, llevar a cabo un buen ejercicio de rebranding se plantea como una solución estratégica para aportar competitividad a nuestra compañía en una época de cambios sociales y culturales sin precedentes en nuestra historia reciente.
Una nueva etapa donde las marcas abren camino a las compañías para conectar con un mundo más exigente y comprometido que nunca donde el éxito ya no se mide solo en rentabilidad, sino sobre todo en responsabilidad y humanidad.
Un momento crítico en el que plantearnos si lo que nos ha traído hasta aquí servirá para ser relevantes en el futuro, si nuestra marca representa lo mejor que podemos ser, y preguntarnos si tenemos las herramientas adecuadas para competir en este nuevo contexto con nuevas normas y nuevas marcas.